La evaluación de la Estrategia Nacional sobre Drogas 2000-2008 puso de manifiesto la necesidad de reforzar tanto la prevención laboral y como la sanitaria, por lo que en la Estrategia Nacional sobre Drogas 2009-2016 se han considerado prioritarias estos dos ámbitos preventivos. En efecto, en 2009 se ha observado un incremento significativo de actividades en coordinación con ambos sectores.
En estos últimos años se han reforzado los programas formativos dirigidos a profesionales sanitarios (como en Aragón y en Asturias), los programas de detección precoz e intervención temprana en Atención Primaria y los programas de intervención breve en servicios de urgencia. El programa Consulta Joven es un claro ejemplo de este tipo de prevención, siendo además pionero en la elaboración y puesta en marcha de programas escolares en coordinación con el ámbito sanitario.
En el ámbito laboral, las actuaciones se desarrollan a través de los servicios de salud laboral en coordinación con las organizaciones sindicales y empresariales y se centran en la sensibilización de los trabajadores sobre los riesgos y daños asociados al consumo y en la formación de profesionales. Además, en algunas Comunidades Autónomas hay disponibles servicios de asesoramiento para la puesta en marcha de programas, con información on line. Un buen ejemplo es la pagina web www.drogolan.net del País Vasco.
Según los Planes Autonómicos de Drogas, en 2009 participaron 37.352 menores en programas de prevención selectiva, y se han ido utilizando desde hace ya unos años cada vez más recursos a programas dirigidos a grupos vulnerables, especialmente a menores y familias con problemas jurídico-penales, jóvenes consumidores, los que abandonan el sistema escolar, inmigrantes y consumidores recreativos de drogas en espacios de ocio nocturno. Estos programas suelen ser muy variados en cuanto a destinatarios, ámbitos, estrategias y tipo de intervención.
Los programas selectivos de detección e intervención en el ámbito escolar se dirigen a los menores con fracaso escolar, especialmente desde la E.S.O. o los Programas de Garantía Social. El País Vasco es pionero en este tipo de prevención, poniendo en marcha en estos últimos años el programa MOTIBAN dirigido a la formación del profesorado en prevención selectiva y elaborando protocolos de detección precoz y derivación (este último tipo de intervención también se realiza en La Rioja). Madrid y Extremadura también llevan a cabo actuaciones preventivas selectivas: en Madrid se ofrecen servicios de prevención para adolescentes con fracaso escolar que carecen de supervisión familiar, mientras que en Extremadura se interviene en Institutos de Educación Secundaria de zonas con algo riesgo de exclusión social.
Por otra parte, desde algunos municipios (como en Valencia y Aragón) se impulsan intervenciones de educación de calle para menores en riesgo de exclusión social, con el apoyo de los PAD o, directamente, a través de unidades de prevención comunitaria, como es el caso de Valencia o Aragón. Además, algunas Comunidades Autónomas (como Navarra y Valencia) trabajan también con programas para hijos de drogodependientes.
Sin embargo, las intervenciones selectivas en espacios de ocio suelen ser más frecuentes, especialmente en el ocio nocturno y en fiestas y zonas de botellón, donde se interviene con programas comprehensivos que incluyen la formación del personal de hostelería, la educación de calle y la información sobre reducción de daños. En el País Vasco, Ceuta, Asturias, Baleares, Aragón y Galicia se han ido consolidando esta clase de programas. A este respecto, se pueden destacar dos programas: Creative (en Galicia), con más de 13.000 participantes en 2009; y En zona clave (en Asturias).
Con respecto al trabajo dirigido a menores vulnerables hay que destacar los siguientes programas: Odisea, dirigido a alumnos de escuelas taller (Galicia y Castilla y León); y Alternativas (Galicia), dirigido a jóvenes con denuncias por tenencia o consumo de drogas. También destaca el trabajo con menores en centros de protección o reforma en Comunidades Autónomas, como Cataluña o Madrid.
En prevención selectiva familiar hay que destacar lo siguientes programas: Protego, dirigido a familias con menores problemáticos; Alfil y Bitácora, para padres de hijos consumidores; y Limits, para familias con menores que pasan por el circuito de justicia juvenil. Además de estos programas estructurados, hay una amplia oferta de acciones de orientación y asesoramiento, talleres y mediación para familias con problemas relacionados con las drogas.
Actualmente, se aplican unos 100 programas estructurados en España. Algunos de ellos se aplican en varias Comunidades Autónomas, como Prevenir para Vivir y Órdago, aunque la gran mayoría son programas locales que se aplican en una sola Comunidad Autónoma, como Forma joven o Salud Escuela, entre otros muchos. Los programas llegan a los centros por diversas vías: desde los propios Planes Autonómicos, a través de los Planes Municipales de Drogas o a través de ONGs que los ofertan directamente a los colegios.
Por otro lado, en estos últimos años se han ido extendiendo los programas escolares coordinados con centros de salud, como Forma Joven (Andalucía) o Salud-Escuela (Cataluña). En esta clase de programas son los profesionales sanitarios quienes asisten a los centros escolares para asesorar e informar a los escolares sobre temas de salud, especialmente drogas y sexualidad. En esta línea de trabajo, la DGPND elaboró hace unos años, en el marco del programa Argos, materiales para profesionales sanitarios y para profesores y alumnos de centros escolares con el objetivo de capacitar a los profesionales sanitarios de los centros de Atención Primaria para que colaboren en labores de prevención junto a los profesores en las escuelas.
Programa
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Número de alumnos participantes
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Comunidades Autónomas
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Prevenir para vivir
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505.834
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10 CCAA
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Forma joven
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187.389
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Andalucía
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Ordago
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136.949
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8 CCAA
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Salud Escuela
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112.716
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Catalunya
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PPCDE
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66.135
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Galicia
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Club buen deportista
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50.500
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Catalunya
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Tabla 2: Programas escolares más extendidos en España y número de alumnos participantes en ellos (2008)
Mención aparte merece la importancia de la evaluación de los programas de prevención de las drogodependencias. En efecto, la línea a seguir en la implantación de estos programas debe partir de exigentes seguimientos y de las buenas prácticas preventivas demostradas y evaluadas. A pesar del moderno discurso según el cual los programas que se ponen en marcha en nuestro país han sido adecuadamente evaluados, es necesario advertir que, en mi opinión, se trata de un planteamiento no del todo cierto. Es cierto que se ha avanzado mucho y muy bien en la evaluación del proceso, pero no se puede decir lo mismo en cuanto a la eficacia, eficiencia y valoración coste-beneficio de los resultados. Aunque hay que reconocer que algunos programas se han aproximado bastante a una evaluación mínimamente de calidad (como es el caso del PPCDE) y que se requieren importantes recursos económicos y humanos para poder hacer de la evaluación de resultados una filosofía y una práctica asentada en nuestro país, todavía queda mucho camino por recorrer.
Como hemos podido ver hasta ahora, muchos de los programas analizados buscan, sobre todo, disminuir el consumo de drogas en los/as escolares o, al menos, retrasar la edad de inicio del mismo. Sin embargo, pese a estos bienintencionados objetivos, existe un importante vacío en la comprobación y, especialmente, en el seguimiento de estas esperanzadoras metas. Ello exigiría poder ponerse en contacto con algunos/as de los destinatarios de estos programas para saber con exactitud, tras su finalización, si se han cumplido las expectativas que perseguía dicho programa. Sería fundamental, pues, poder comprobar grupos que han sido destinatarios de esta clase de programas con grupos que no lo han recibido, para saber si los resultados obtenidos han tenido que ver con la implantación del programa. Por otra parte, sería interesante estandarizar medidas para valorar los resultados obtenidos, de manera que la comunidad educativa y los recursos preventivos de drogodependencias pudieran tener la posibilidad de comparar diferentes programas y aproximarse, aún más, a programas integrales que abarquen aquellas prácticas que han demostrado su eficacia y su eficiencia. Esto no tiene porqué ser sinónimo de limitación en la estructura de los programas, sino más bien una oportunidad única para poder partir de actuaciones de calidad comprobadas. En nuestra importante labor preventiva no podemos ni debemos arriesgarnos a utilizar a la población destinataria como “conejillos de Indias”, ni a dejar que la improvisación sea un elemento más de la prevención.
En fin. que la crisis no sea motivo para retroceder en este costoso recorrido. Que la crisis ofrezca la posibilidad de poder enfrentarnos con antelación a las nuevas consecuencias que se derivarán de nuevos patrones de consumo y que requerirán nuevas medidas preventivas. Mucho me temo que no será así, de manera que todos quienes soñamos que un día podremos comenzar nuestra labor profesional en este complejo mundo de las drogodependencias y toda la sociedad en general debemos aunar todavía más esfuerzos para que la prevención sea una realidad consolidada que nos ayude a mirar con mayor optimismo un futuro prometedor con menos problemas derivados de esas sustancias que, muchas veces, nos atan de mano y pies a su voluntad. Y es que, como se dice por ahí, “más vale prevenir que curar”…
Vicente Andrés Montolío Izquierdo